miércoles, 29 de mayo de 2013

El primer peinado Leyendecker, de Darío Rojo



En el principio la suspicacia dio nombre a los seres.

Después, en la perfecta conjetura del presente
perdimos el don del impedimento y alzamos este muro
en el que hoy se agolpan las más feroces banalidades.
Desde entonces una consumada incapacidad
comenzó a destinar nuestros mejores trajes
a minuciosos baños de inmersión, los mismos
con los que presenciábamos colosales partidas de bochas
con el único objetivo
de ocultar nuestra verdadera tarea en las ciudades:
la de acumular imágenes de asnos
que empujan objetos de un lugar a otro.

Fue ahí donde escuché decir: “El compás
previsto por Von Schwedler se cerró”;
entonces supe de inmediato
que el único privilegio que arrastraría hacia la costa
era el de la imposibilidad; pero no precisamente la suprema,
más bien la de perfil torpe y operativa en el desdén.

Por eso, aunque me entretenga observando
desde un periscopio de juguete
el resplandor de un horizonte artificial,
debo disculparme y decirte en lengua muerta:
vete; no tengo más hielo para ti.
 

(de Una explicación para todo, obra reunida)

martes, 28 de mayo de 2013

Agua Negra, de Martín Rodríguez



las primeras gotas de una lluvia

vuelven cualquier escena
delicadísima
la ventana abierta
acostados en la cama
el cuerpo el pelo se les moja
un límite líquido.
tiempo igual al tiempo
del agua en las manos.
lo desnudo
no habrá otro reino nunca.
fracción indecible del sueño
donde los cuerpos se tocan.
agua donde se tocan
y apagan o encienden
no hay piedad.
los cuerpos
buscan transparencia:
tiempo sin idioma
sólo el peso cardíaco
 


(fragmento de Agua Negra)




Desaprendiendo la lección una vez en el bosque de Suislaw, de Gary Snyder

Dormí bajo rododendros
toda la noche llovieron capullos
temblando sobre una plancha de cartón
los pies contra la mochila
las manos hundidas en los bolsillos
pudiendo apenas conciliar el sueño.
Recordé cuando íbamos al colegio
cómo dormíamos juntos en una cama grande y tibia
éramos los más jóvenes amantes
cuando rompimos teníamos aún diecinueve años
y ahora nuestros amigos están casados
vos sos maestra de escuela en la costa este
a mí no me importa vivir así
verdes colinas la larga playa azul
pero a veces durmiendo a la intemperie
me acuerdo de cuando te tenía.


(de Todas las palabras para decir roca, traducción de Bárbara Belloc)


lunes, 27 de mayo de 2013

Varicela, de Florencia Fragasso


Mis sobrinas están con

Varicela



quejosas, insaciables: una

toda brotada, otra

con puntos esporádicos

apenas



me toco

los dos agujeritos

huellas de mi propia varicela

en la frente

la yema del dedo las camina

de memoria



¿les quedarán marcas a ellas?



mi tacto las reconoce como rasgos

distintivos, como esa gota sellada en el parquet

a pocos centímetros del zócalo



aureolas ligeramente hundidas

templos mínimos



"no te rasques" aún se escucha

se ve que no hice caso

mis sobrinas, allá lejos,

¿harán caso?

¿cómo se dirá

varicela o

paperas

en su lengua?



mi hermana y yo tuvimos

Varicela durante Malvinas

mirábamos

la elección de Miss Universo

desde la cama

en una tele blanco y negro


prestada



(de Extranjeras)

domingo, 26 de mayo de 2013

Libro Chino, de Cecilia Perna



Pero volvamos los ojos al Dragón
panza de fuego
amarillo
rojo fuerte
en los pequeños pies
de la doncella.

*

Y tratemos aún de imaginar
el sable del guerrero
que no mata,
sabiamente
nada más mide sus fuerzas
respecto del Guardián.

*

Porque si ella se dignara
a reconocer sin miedo
la protección caliente
y dulce
del Guardián de aquella puerta
tomaría todo el fuego
sagrado de su boca
adentro
en el centro de su cuerpo
lo retendría apenas
con la punta de la lengua
pegada al paladar.


(fragmento de Libro Chino)




sábado, 25 de mayo de 2013

Me gustaría ser un animal, de Ezequiel Alemián


Ponete a leer. No importa si tenés que pasar la máquina por las alfombras o si tenés que limpiar los vidrios del living, del cuarto y del escritorio. Vos ponte a leer. Dejá para otro momento la necesidad de ir al supermercado a comprar desodorante, queso blanco, un pan lactal y alguna gaseosa. Lo que leas hoy no lo vas a leer nunca. Si tenés que ir a trabajar, no te olvides de llevar un libro con vos: abrilo en el colectivo aunque viajes de pie, aunque vayas cabeceando por el sueño. Al mediodía, cuando salgas a comer, poné el libro a la izquierda del plato, y que te sea indiferente si la comida se enfría. Postergá todos los compromisos que tengas para la noche; pasalos para el fin de semana. No vayas al teatro, ni a oír ningún concierto. Ni que hablar de ir al cine. Si alguien quiere charlar con vos por teléfono, que sea en otro momento. No importa cuándo. Lo que importa es que no sea ahora.
Ahora lo único que importa es leer.

(fragmento de Me gustaría ser un animal)




viernes, 24 de mayo de 2013

Yuyo verde, de Walter Viegas


en esta huerta crece de todo una gran familia vegetal que cuido con ahínco que riego como buen hijo de hortelano lástima el yuyito puto ese que cubre todo como maleza que ni flor ni fruto propone el yuyito del hortus todo lo invade efervescente inútil una enfermedad social en esta familia bien constituida donde los tomates explotan sanguíneos con su pulpa roja la carne tierna un vientre fértil lleno de semillas la granada para bocas ansiosas que sorben los jugos de la tierra negra la berenjena estrafalaria y reluciente dura con la piel morena y el repollo que engendra niños fantasiosos a la hora de la siesta pero este yuyo infértil que se desparrama y obliga a escarbar todo el tiempo clavar la pala meter el palo profundo hasta encontrarle la raíz que se extiende en todas direcciones invade el orden ocupándolo todo el yuyito!



(del libro Botánicos)



jueves, 23 de mayo de 2013

El temple, de Francisco Garamona


Jugamos en las ramas con pesadas cabezas planas,

la habitación tiene un sentido. Y el sonido nos traía

la oscuridad como una fiesta para la que se habían

apagado las luciérnagas y los últimos fuegos.

¿Qué era ese silbido en los oídos, la masa

acuosa del temple en el constante bailar?

Esos libros que están al costado de la lámpara,

la frase que vuelve cubriendo con su estela

el despegue laborioso, controlado.

Los animales que amamos se van cerca del fuego,

y parecen que buscan su muerte persiguiéndose

por troncos y vallas. Y también esos pequeños

con que nos calentamos, todavía podemos

tocar sus narices, dejarlos rondar con sus

patas que marcan un camino sin fisuras

donde nos encontramos sin hablar.

Los útiles, las puntas de unos lápices

en un cubo flúor movidos por el viento.

La nota escrita con la lapicera sostenida

en la punta de dos dedos como una estrella temblorosa

y helada abriéndose una y otra vez.

Un hundimiento preserva las huellas anteriores

a esta tarde vistas en la luz marrón de una taza.

Si alguien se detuvo a contemplar el equilibrio

que se unía lejos de aquí, ese espacio

que resaltan las ramas para que nos acostemos.

Una laguna rosa se enciende en el momento de jugar

a encontrar adentro nuestro el lugar de las criaturas.








(de Que contiene láminas)









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